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sábado, mayo 01, 2010

Personalidad Cervecera



Una esquela fuera de lo común ha llenado de risas el mundo del obituario. Los del Club Chumbalaka son los autores de una filosofía que honra hoy a su presidente Manuel Díaz, fallecido el pasado febrero. Para ser socio no hay que pagar cuota y el único requisito es estar loco y tener ganas de pasarlo bien
Desde el pasado ocho de marzo las cenizas de Manuel Díaz, presidente del Club Chumbalaka, están esparcidas en la Glorieta de Bécquer del María Luisa. Manolo, no nos esperes levantado, ya iremos llegando... tú a tu aire. Una esquela no tiene por qué ser el final, ni tiene por qué hacer llorar. Lo que se escribió para anunciar la misa de un amigo se ha convertido en casi un fenómeno social que corre como la pólvora por internet: la muerte se viste de ironía y humor, ha pasado del blanco y negro al color.
Corrían los años 60 cuando siete amigos sevillanos decidieron formar un club con el referido nombre. Entonces tenían menos de seis años y jugaban a perseguir a las parejas de enamorados que paseaban para descubrir calles nuevas. Hoy rondan los setenta y quedan los domingos para comer paella en casa de alguno de ellos. ¿La última reunión? El pasado 22 de febrero cuando, por la muerte de su presidente Manuel Díaz (Manolo El Suave, como le llaman), se volvieron a ver las caras en la parroquia de San Benito. "Era un tipo carismático, un líder", dicen sus amigos. Pero su pérdida, lejos de suponer un trauma para los miembros de este club, ha reflejado el auténtico espíritu de un código lleno de humor y optimismo: el chumbalaka.
Siete vidas, siete nombres y, cómo no, siete motes. Manolo era El Suave (por su forma de ligar), Juan Carlos El Tacañete, Ángel Luis El Desagradable, Juan Francisco El Callao, José Manuel El Caso Extraño, Eduardo El Gitano Eléctrico, y Pedro El Locuelo. Imagínense los demás porqués.
Extraido de http://www.elcorreoweb.es

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